El castillo de Edimburgo alberga la Piedra del Destino, los Honores de Escocia, varios museos y además es uno de los enclaves de la capital escocesa con unas de las vistas más espectaculares. No es de extrañar que sea la atracción turística más visitada de toda Escocia.
Con todo, no hay que olvidar que el Castillo de Edimburgo ha sido durante buena parte de su historia y, hasta hace bien poco, uno de los emplazamientos defensivos más importantes de Gran Bretaña. Entre sus muros guarda una impresionante colección de armas entre los que destacan varios cañones.
Cañon de la Una en Punto – Wikimedia.org, Jcfrye
En la Batería de Mills Mount, a la derecha del antiguo Cobertizo para Carros (que hoy en día está ocupado por la cafetería) nos encontramos el Cañón de la Una en Punto que es, además, una de las tradiciones más llamativas del Castillo. Cada día, se dispara una salva de honor a las 13:00 horas (con excepción de los domingos, el Viernes Santo y el día de Navidad), los habitantes de Edimburgo comprueban sus relojes, mientras que los turistas se llevan un buen susto.
La idea de este cañón que indica la hora fue de John Hewitt, un hombre de negocios de Edimburgo que había visto uno similar en 1846 en la ciudad de París. Su idea prosperó cuando se colocó una bola de reloj en lo alto del Monumento a Nelson (el edificio con forma de telescopio en Calton Hill) para servir como señal visual a los barcos que navegaban por el Estuario del Forth. La propuesta de Hewitt de complementar esta señal visual con una auditiva se aceptó y en junio de 1861 se efectuó el primer disparo desde el Castillo de Edimburgo. Desde entonces se ha seguido disparando de forma ininterrumpida, excepto durante algunos periodos durante las dos Guerras Mundiales. La pieza de artillería actual es un cañón de campaña de 105 mm que se instaló en 2001.
Cañon Mons Meg día de lluvia – Wikipedia.org, Yatton
Pero quizás el cañón más impresionante del Castillo es el Mons Meg. En realidad no es un cañón sino una antigua bombarda medieval.
Las bombardas eran como se conocía a los antiguos cañones de gran calibre diseñados principalmente para el asedio de fortificaciones. Se construían de forma muy parecida a como se hacen los barriles de vino creando un cilindro de barras de hierro forjado y cerrándolas con aros del mismo material. Se construían así porque las técnicas de fundición de bronce o hierro no permitirían fabricar cañones de una sola pieza hasta el siglo XVII. Las bombardas tenían la parte interior (ánima) lisa, la carga frontal, pólvora negra como propelente y, por lo general, una bola de piedra como proyectil.
El Mons Meg fue una de las dos grandes bombardas de asedio que regalaron al rey Jacobo II de Escocia en 1457.
Tiene un curioso nombre: Mons por ser construido en la localidad de Mons (en la actual Bélgica) y Meg porque así se llamaba la mujer de uno de los artilleros que lo mantenían operativo.
En su momento de fabricación (1449) estaba en la vanguardia tecnológica de la época. Una pieza de más de 6 toneladas con capacidad para disparar balas de granito de más de 150 kg (casi tan pesada como una vaca de Galloway como se decía en el siglo XV).
Jacobo IV utilizó la bombarda de su abuelo contra los ingleses en el asedio del castillo de Norham (en la parte noreste de Inglaterra) en 1497. Aunque los escoceses usaron varias piezas de artillería además del Mons Meg, el asedio no tuvo éxito y la guarnición fue finalmente auxiliada por el ejército inglés. El papel del Mons Meg no estuvo muy lúcido porque llegó bastante tarde a la batalla ya que su transporte era exasperadamente lento y sólo podía recorrer unos 5 km al día.
Cañon s. XIX apuntando a Edimburgo – Geograph.org, Walter Baxter
A mediados del siglo XVI se retiró del servicio activo restringiéndose su uso al disparo de salvas de honor como las disparadas en 1558 en la celebración del matrimonio de María Estuardo con Francisco, Delfín de Francia. Ese día, la bala fue recuperada a casi 3,5 km, prácticamente,la distancia que separa el Castillo de la costa.
En 1681 volvió a ser usado por última vez en la celebración del cumpleaños del Duque de Albany y Nueva York (que más tarde llegaría a ser el rey Jacobo VII de Escocia y II de Inglaterra) durante la cual quedó muy dañado al explotar de forma inesperada (posiblemente por la mayor potencia explosiva de las recetas de pólvora del siglo XVII).
Tras el accidente, fue olvidado como si de un trasto viejo se tratase hasta 1754 cuando fue llevado a la Torre de Londres donde permaneció hasta que fue devuelto al Castillo en la primera mitad del siglo XIX.
La devolución del cañón tuvo lugar gracias a la presión de un grupo de personalidades escocesas encabezado por Sir Walter Scott que desarrolló una gran campaña de rehabilitación de la cultura escocesa dentro de la cual se encuadra la devolución de Mons Meg que llegó al puerto de Leith en 1829 ocasión en la que el cañón fue el protagonista de la fiesta ya que se dispuso en su honor una gran recepción oficial.
Viajar por Escocia ofrece un tour todos los días en por el Castillo de Edimburgo y tendrá tiempo de escuchar el famoso cañonazo de la una en punto y sincronizar su reloj.
Una pieza muy interesante, y se nota de manera clara los daños que tuvo cuando explotó, y es impresionante ver su tamaño ya de cerca, imaginarse lo difícil que era transportarlo en esos tiempos.