Lanzamos este texto dedicado a la fotografía en Escocia desde un punto de vista múltiple: histórico, estético y turístico. Después de recorrer brevemente la Historia de la Fotografía en este país, iremos visitando región por región, comenzando por el sur en los Scottish Borders. Se publicarán en diversas entregas, así que ¡estad atentos!
Por ahora ya tenemos lanzadas 3 partes: este primero recorre su historia y la de los Scottish Borders, pero también se puede acceder desde aquí a la segunda parte y la tercera parte de nuestro tour fotográfico por Escocia.
Seguramente, lo primero que se nos viene a la cabeza cuando se piensa en hacer fotografías en Escocia es PAISAJE. No es raro. Si hay algo que no tiene desperdicio captar para la eternidad son las robustas montañas e inmensos valles de las Highlands, los riachuelos y bosquecillos de las Tierras Bajas o las eternas playas de las Islas con sus coloreados atardeceres. Pero todos estos quiméricos paisajes nada tienen que envidiar a los monumentos y calles de Edimburgo, los museos y arquitectura de Glasgow o los retratos tan contrastados que se pueden tomar de gentes que habitan estas tierras: desde los impávidos habitantes de las tierras más despobladas de Escocia hasta los jóvenes flamantes que se pasean por las calles de la capital y por las de Glasgow, su hermana mayor.
Antes de hacer el recorrido por cada uno de los puntos que hemos considerado vitales para tomar “vistas” en Escocia, nos ha parecido oportuno hacer un breve recorrido por la historia de la fotografía en este país ya que, si bien, no recorre cada paso desde el origen del medio, sí que tomó parte bien activa de algunos aspectos importantes de su Historia desde una época tempranísima. Sobre todo, lo hemos considerado, porque hoy día es uno de los lugares punteros para su estudio y desarrollo y ha regalado figuras fundamentales dentro de la fotografía tanto artística como comercial.
Historia de la Fotografía en Escocia:
Se puede hacer un breve repaso por la Historia de la Fotografía en Escocia siguiendo lo que recoge una muy renombrada Sociedad Fotográfica con base en Edimburgo: “Scottish Society for the History of Photography“. Al parecer, el papel de Escocia dentro de la fotografía se remonta a los propios inicios del medio, incluso antes de que en 1939 la Fotografía se proclamara oficialmente como un hecho a mérito del francés Louis Jacques Mandé Daguerre y el inglés William Henry Fox Talbot, los escoceses ya habían desarrollado toda una serie de conocimientos para darse cuenta de las posibilidades que la fotografía podía ofrecerles.
Los primeros y mejor documentados intentos en fotografía en este país giran en torno al gran físico escocés Sir David Brewster, director de la Universidad de Saint Andrews y muy amigo del inglés Talbot.
No era de extrañar en esta época que el mérito estuviera en manos de un científico, ya que la fotografía estaba considerada más como un trabajo de ciencias que como un arte. Cuando llegaron a sus oídos los nuevos descubrimientos de su compañero, el escocés le escribió inmediatamente, fascinado, preguntando por todos los detalles para poder probarlo por sí mismo. Parece que la incesante correspondencia durante dos años daba fe de las dificultades con las que Brewster se estaba topando a cada paso ya que los químicos que usaba eran todavía inestables y difíciles de entender. Pero finalmente, en Mayo de 1842, el Dr. John Adamson lo consiguió, creando el primer retrato “calotipo” en Escocia. Brewster incitó a Talbot para que no patentara su nuevo descubrimiento en Escocia de primera mano y de este modo no perder tiempo en sus investigaciones. Así que Talbot cedió el honor de este trabajo al hijo pequeño de John Adamson: Robert. Este último cruzó el estuario del río Forth hacia la capital en Mayo de 1843 y alquiló una casa (más adelante conocida con el nombre de “la Casa de la Roca”) situada en una de las laderas de Calton Hill.
Lo que Adamson no se esperaba era lo oportuno de su llegada, porque en ese mismo mes cientos de ministros de la Iglesia de Escocia se retiraron de la Asamblea General en protesta por la política, actitud condescendiente e intromisiones que el gobierno estaba llevando a cabo en la Iglesia y fundaron la “Iglesia Libre de Escocia”, en un acto de ruptura. Esta separación hizo que muchos personajes ilustres del país se sintieran involucrados, entre ellos David Brewster o el pintor David Octavius Hill, quien dejó plasmado alguno de los acontecimientos en sus pinturas. Brewster lo encontró dibujando y le sugirió que empleara a Robert Adamson para tomar retratos de los ministros antes que abandonaran la ciudad. Hill le hizo caso y los dos hombres quedaron asombrados con los resultados. Inmediatamente comenzaron a colaborar para explorar en conjunto las posibilidades que la fotografía les podía ofrecer.
La firma que crearon está considerada como el caldo de cultivo del futuro impacto que la fotografía tendría dentro y fuera de Escocia. Su trabajo se puede encontrar hoy en día en las mejores colecciones de arte de todo el mundo. En menos de cuatro años, antes de la enfermedad y posterior muerte de Adamson en 1848, habían tomado más de 3.000 fotografías que requerían un proceso muy lento y una dificultad que hoy no podemos casi imaginar, pero de una belleza incomparable. Su temática se basó en capturar toda una serie de fotografías documentales en el pueblo de Newhaven; retratos de gente noble que vivía o visitaba Escocia en aquel momento; lugares especiales de la ciudad o incluso, con el permiso de Talbot, podían llevar sus cámaras a Inglaterra para reunirse con la “British Association of Science” en York.
Seguro que muchos de sus contemporáneos se vieron eclipsados por la visión y reputación que alcanzaron Hill y Adamson, como por ejemplo el desconocido John Muir Wood, un músico y fotógrafo amateur, que hizo contactos en Inglaterra e Irlanda y que representa el intercambio social más importante que se hizo en los inicios de este medio, donde compartir conocimientos y resultados era imperativo. La obra de este aficionado fotógrafo tiene una intensidad poética que se deja ver en sus paisajes, los cuales cuentan con una exquisitez de motivos y una variedad de colorido insólito hasta la fecha, ya que él experimentó la cualidad que los metales como el cobre o el uranio podían crear en contacto con un papel fotosensible.
A mediados del siglo XIX, con los nuevos materiales de colodión y albúmina se dio un resurgimiento de la actividad fotográfica. La Sociedad Fotográfica de Escocia fue formada en estos tiempos, junto con el florecimiento de los primeros fotógrafos profesionales que ya podían hacer carrera de esta actividad.
Comenzaron a crearse estudios en masa en todas las calles principales de cada ciudad. Uno de los fotógrafos aficionados más conocido en la ciudad era el Dr. Thomas Keith, quien afirmaba que su secreto era ponerse en pie muy temprano en la mañana y sólo tomar su exposición cuando la luz era perfecta, como así muestran muchas de las fotografías que tomó de Edimburgo y de la Isla de Iona. Algo que puede sorprendernos hoy en día, el que tomar una sola fotografía pudiera llevar horas, porque sólo había un intento, la película era y es extremadamente cara en cámaras de gran formato y después de tomar la foto había que procesar y revelar la imagen con el mismo cuidado y paciencia con que se había tomado.
Su amigo, John Forbes White, hizo algo similar en Aberdeen. El fabricante de vidrio de Glasgow, John Kibble, construyó la cámara más grande jamás fabricada, hasta tal punto que usaba un burro para arrastrarla de un lugar a otro y usaba unas lentes de 33 centímetros. James Valentine creó dos grandes negocios comerciales de foto en Dundee y George Washington Wilson en Aberdeen.
La famosa firma “Annan” fue creada por Thomas Annan en Glasgow en 1855, y su sensibilidad y acercamiento a su trabajo resultó en los preciosos paisajes tanto de montaña como de urbe industrial en crecimiento que caracterizaba a la ciudad de Glasgow en aquella época y que podemos apreciar hoy en día al visitar la ciudad. Pero su trabajo más notable fue el documentar las zonas suburbiales de Glasgow; un trabajo que fue publicado con el nombre de “The Old Closes” y “Streets of Glasgow” y que, desde luego, merece la pena al menos echar una ojeada.
En estos momentos los fotógrafos escoceses estaban consiguiendo importantes mejoras y un gran impacto internacional. Alexander Gardner fue a América y se convirtió en uno de los fotógrafos más importantes en documentar la Guerra Civil Americana; William Carrick tomó fotografías de los campesinos en San Petersburgo; el Dr. John Murray realizó unas preciosas crónicas de monumentos en India; William Notman creó composiciones inigualables de las gentes y edificios de Canadá, donde tuvo gran éxito; John Thomson viajó al “Lejano Este” para inmortalizar su obra aunque también fue muy conocido por sus tomas de Londres.
Otras figuras independientes importantes fueron, por ejemplo, el Dr. John Kirk, que tomó fotografías de la Guerra de Crimea y de la segunda expedición de Livingston a África. Isabella Bird, viajera y escritora, retrató las calles de Japón. A finales del siglo XIX, la fotografía ya se había convertido en algo cotidiano, con muchos de sus logros debidos a inquietos escoceses que, como en casi todo, en la rama de la fotografía tampoco se iban a quedar atrás. Otros nombres que debemos mencionar son: el fabricante de tejidos James Cox de Dundee o fotógrafos más profesionales como Alexander Johnston en Wick y Tom Kent en las Islas Orcadas.
Fue a principios del siglo XX cuando James Craig Annan, el hijo de Thomas Annan, elevó a la fotografía escocesa al puesto de honor que merecía a nivel internacional, y lo hizo llevando a cabo toda una serie de exposiciones en Escocia de las que más tarde enviaba fotograbados a las exposiciones más significativas que se hacían en países extranjeros. El célebre fotógrafo americano, Alfred Stieglitz, le designó como “uno de los maestros de las fotografía” y publicó sus fotograbados junto con los calotipos de Hill y Adamson en las revistas y periódicos de fotografía más famosos del momento.
Desde entonces, muchos fotógrafos escoceses se unieron a algunos nuevos forasteros que habían oído de la grandiosidad de la fotografía escocesa, como el alemán Werner Kissling; el Captain Buckham, que empezó a trabajar en la I Guerra Mundial; Humphrey Spender, muy interesado en las condiciones sociales de Glasgow de aquella época, etc. A todos estos les siguieron muchos otros como: Edith Tudor Hart, Bill Brandt, Bert Hardy, Lida Moser o Paul Strand. Durante los años de la guerra y algunas décadas después, Robert Moyes Adam se especializó en los paisajes de Escocia, mientras que hacia mediados del siglo XX surgieron fotógrafos documentales como Oscar Marzaroli en Glasgow o Joseph McKenzie en Dundee, poco a poco, se fue creando una nueva generación de fotógrafos.
En las últimas décadas, Escocia ha visto un enorme crecimiento en el campo fotográfico. Entre otros muchos avances significativos, habría que destacar la hoy conocidísima “Stills Gallery”, fundada como la primera galería fotográfica en el país y situada en una de las calles más céntricas de la capital: Cockburn Street. Cabría mencionar también, por supuesto, la insigne “Glasgow School Of Art” que creó su departamento dedicado a fotografía a principios del siglo XX, seguido muy de cerca por el “Edinburgh College of Art”. La Universidad de San Andrews se convirtió en un centro de investigación de la Historia de la Fotografía reconocido a nivel internacional. Un poco más adelante, “Duncan of Jordanstone” y la “Napier University” desarrollaron nuevos estudios centrados en el vídeo electrónico y en el Arte Digital.
En 1983 se creó, tras una conferencia internacional, la Sociedad Escocesa para la Historia de la Fotografía (SSHOP) quienes crearon una publicación periódica conocida hoy día como “Estudios de Fotografía” (Studies in Photography) y organizan toda una serie de eventos y proyectos a lo largo del año para promover el arte de la fotografía, con especial hincapié en la producción escocesa. Otra de las publicaciones más importantes que tienen su base también en Edimburgo es la “Portfolio Magazine”, publicada por la Galería Portfolio. Trata temas más contemporáneos y de un nivel altísimo tanto nacional como internacional, los cuales le han hecho ganar la fama y prestigio que hoy posee.
Otra colección que los amantes de la fotografía no se pueden perder es la que se creó hace ya más de veinte años gracias a la organización de las “National Galleries of Scotland”, conocida como “Scottish National Photography Collection”. Esta organización lleva a cabo actividades programadas de forma periódica, exposiciones y publicaciones para estudiar la fotografía con la misma agilidad con la que crece y evoluciona. El futuro de esta colección tan importante es ahora motivo de debate ya que se está barajando la posibilidad de establecer un centro nacional de fotografía en la ladera de Calton Hill, lugar en el que se asentó hace ya más de un siglo el centro de operaciones de Hill y Adamson en la hoy mítica “Rock House”.
De lo que no cabe duda alguna es de las expectativas tan extensas que se les presentan en el siglo XXI, ya que cuentan con un enorme potencial que hunde sus raíces en la cantidad de talentos que se han ido cocinando desde hace muchos años en estas tierras y también en la infinidad de conexiones sin precedentes que han ido estableciendo con instituciones e individuos del mundo del arte tanto a nivel nacional como internacional.
Aunque se hayan dado muchos talentos en este país no podemos hablar de una estricta “Escuela Escocesa” ya que cada uno ha impreso pensamientos diferentes y se han acercado a la fotografía desde unas perspectivas bien distintas. Por suerte o por desgracia, el subjetivismo del individuo como artista siempre prima sobre el envoltorio común de una bandera y, en parte esto se debe, gracias a muchos de los maestros que así lo han intentado fomentar. Como ejemplos en Escocia podemos nombrar al profesor Murray Johnston o Thomas Joshua Cooper, promotores siempre entre sus estudiantes del desarrollo de la originalidad por encima del seguimiento de cualquier escuela.
Algunos de los fotógrafos escoceses reconocidos a nivel mundial que podemos nombrar son, por ejemplo: Calum Colvin, Ron O´Donnell o Andy Wiener. Otros que se consideran dentro de unos estándares más afincados en la fotografía tradicional son: Patricia Macdonald, Jane Brettle o Maud Sulter. Otros que sí guardan un sello distintivo escocés son: David Williams, Robin Gillanders, Ruth Stirling, Iain Stewart, Glyn Satterley o Catriona Grant que llevan a cabo las tradiciones de la fotografía escocesa hasta puntos realmente sobrecogedores y, en ocasiones, desafiantes para este medio.
Cada día, el medio fotográfico en Escocia va tomando mayor conciencia de sí mismo y desde 2004 se unió una iniciativa académica con la fotografía más creativa, que ha dado como resultado el “Instituto de Investigación de las Artes Fotográficas” (Research Institute for Photographic Arts). Hoy en día, se pueden encontrar en Escocia gran variedad de cursos universitarios que dejan ver esta toma de conciencia entre los expertos del medio de cuán importante y qué potencial tiene la fotografía, hasta el punto de haber provocado un crecimiento académico inimaginable años atrás.
Toda esta energía y promoción incansable de la fotografía tiene como finalidad el no quedarse atrás, el continuar con el puesto preeminente que desde sus primeros años ha tenido Escocia en este campo y, al menos hasta ahora, ha sido y continúa siendo muy optimista.
A continuación, les dejamos una serie de enlaces para que se deleiten con las impresionantes imágenes capturadas dentro de este país por profesionales de todos los campos, pero especialmente paisajes y retratos que no dejarán a nadie indiferente:
Páginas web sobre fotografía en Escocia.
Rincones Fotográficos y turismo en Escocia:
Tras nuestro breve repaso a las aportaciones de este país en el medio fotográfico a lo largo de la Historia por qué no hacer también un pequeño recorrido por lugares mágicos que merecen permanecer inmortalizados en la memoria de todos. Sin ninguna predilección concreta caminaremos por emplazamientos diferentes y muy atractivos a los ojos y a las lentes fotográficas de los visitantes y foráneos de este país, “echando una ojeada” a las maravillas que guardan los lugares más y menos conocidos de cada región de Escocia tanto fotográficas como históricas ¡No hay tiempo que perder!
1. Los Scottish Borders:
Comenzando desde el Sur de Escocia, visitamos primero la zona que separa Inglaterra de Escocia en la Isla más grande que forma el archipiélago de las Islas Británicas: Gran Bretaña. Se trata de la región de los Scottish Borders que podríamos traducir como “Las Fronteras Escocesas”.
La belleza y convulsa historia de esta región hacen de su visita una inacabable fuente de encantos y sugestiones, tanto para los amantes de la naturaleza que podrán observar inmensos valles, bosques y páramos, como para aquellos que prefieren disfrutar de los secretos que esconden sus abadías y monumentos.
La primera parada la podemos hacer en el pueblo más grande de esta región: Hawick. Si venimos a Escocia buscando prendas de punto para pasar el invierno, este es, sin duda, el lugar más reconocido en diseño de artículos de confección de lana y cachemira.
Pero tiene también una importante historia que se empieza a trazar ya desde el siglo XII, cuando el rey David I decidió donar esta tierra a una prestigiosa familia normanda: los Lovels.
En esta bonita imagen del final de su “High Street” se podrán encontrar pequeños y variados comercios que “dan la vida” a la pequeña población y lo que se nos muestra casi en primer plano es una estatua conmemorativa de la victoria de las juventudes del pueblo contra los invasores ingleses que tuvo lugar en 1514. Tuvieron que luchar los más jóvenes porque muchos de los hombres de la población habían sido asesinados el año anterior en la desastrosa “Batalla de Flodden”.
Muchas de sus construcciones se encuentran dentro de lo que llaman el “Estilo de Barón Escocés” (Scottish Baronial Architecture), una tendencia arquitectónica que se remonta al siglo XVI y que vistió muchos castillos, casas señoriales y torreones. Siglos más adelante, concretamente en el siglo XIX, florecería la manera de nuevo a manos de personajes tan importantes como Sir Walter Scott que rebautizándolo como “Resurgimiento del Gótico” permitió que se mantuviera hasta la Primera Guerra Mundial.
La imagen superior nos muestra una pequeña zona de la amplia rivera con la que cuenta esta población. El río Teviot recorre esta bonita villa donde podremos encontrar tres paseos diferentes que transitan sus orillas y algunos jardines amurallados, además de la luz de los Scottish Borders que, al igual que en toda Escocia, cada hora nos sorprende.
Nuestra siguiente parada nos lleva al histórico burgo real de Jedburgh, una seductora villa que ha supuesto un enclave estratégico fundamental por su situación fronteriza en medio de tantos campos de batalla.
Lo que, sin duda, determina a la ciudad es la piedra rojiza de su abadía, que se encuentra a las orillas del riachuelo del pueblo, el Jed, y que fue fundado también por David I a principios del siglo XII, pero ha sido saqueada y reconstruida infinidad de veces. Uno de los eventos más conocidos fue la visita y estancia de María Estuardo en 1566, en una casa que hoy se ha convertido en museo y cuenta la turbulenta historia de su vida.
Pero si por algo destaca este pueblo es por su abadía, la cual se remonta a la época de fundación de la ciudad y de hecho, casi pordríamos decir, que a ella le debe su existencia. Hoy en día la encontramos en ruinas, pero en su origen fue un glorioso edificio propiedad de la hermandad agustina.
A pocos kilómetros hacia el Norte llegamos hasta la ciudad de Kelso, una pintoresca ciudad de la campiña que se encuentra en un precioso enclave, esta vez, natural: en la intersección de los ríos Tweed y Teviot.
En esta bonita panorámica se puede observar una vista general del pueblo y, en segundo plano, el puente sobre el río Tweed, que fue construido en 1803 por John Rennie y sirvió de modelo para el famosísimo puente de Londres de Waterloo.
En este pueblo se pueden encontrar también múltiples lugares de interés histórico y arquitectónico. De nuevo, nuestro rey protagonista de fundación fue David I, ya que este dio permiso a los monjes agustinos para construir una abadía en frente del río desde su castillo, el Castillo de Roxburgh, del que sólo quedan ruinas. Jacobo II fue asesinado aquí durante un asedio en el año 1460 por una explosión de cañón.
La plaza que lleva el mismo nombre del pueblo se proclama como la más grande de toda Escocia. Se trata de una plazoleta muy apacible, donde podrán encontrar muchos tipos de tiendas, la mayoría de ellas de especialización en cosas muy diversas, algo que a los escoceses les encanta: intentar ganar la guerra a los centros comerciales integradores de todos los productos en masa. y crear pequeños negocios que puede ir desde tiendas dedicadas exclusivamente a la venta de sombreros, mecheros o navajas.
Y continuamos en los Scottish Borders para visitar la encantadora y muy visitada localidad de Melrose, la cual se encuentra también en un enclave natural precioso, muy cerca de las Eildon Hills. Los tres picos de estas formaciones montañosas son la marca más distintiva de la región de los Scottish Borders. En la siguiente fotografía encontraremos una vista preciosa de un amanecer tomado desde una de sus lomas.
En las faldas de estas maravillosas colinas se extiende la histórica ciudad de Melrose, y lo hace sobre la explanada del Valle del río Tweed. Una pequeña población muy conocida, sobre todo, por su imponente abadía en ruinas que data, de nuevo, del siglo XII y dicen, salvaguarda el corazón del rey Robert the Bruce. Toda esta creencia partió de un ataúd descubierto en la propia abadía y que hizo que se celebrara un nuevo funeral en honor al rey para conmemorar tan soberano hallazgo.
La zona aledaña a Melrose data de siglos anteriores al XII, que es lo habitual para la región. Sin embargo, se han encontrado restos de civilizaciones que habitaban la zona millones de años atrás. La armada romana llegó en el año 79 d.C. y construyeron una fortaleza muy cercana a esta población llamada “Trimontium”, que significa “El Lugar de las Tres Colinas”. Hoy en día sólo encontramos un pequeño monumento conmemorativo que marca el sitio del fortín, además de unas vistas estupendas de los tres picos que forman las Eildon Hills y un pequeño museo que se dedica a relatar el paso de los romanos por Escocia y su formas de vida aquí.
Un lugar perfecto también para los amantes de la naturaleza porque podrán encontrar los cautivadores Jardines de Priorwood. Es el único lugar en toda Escocia dedicado al cultivo de flores para luego secarlas, en su interior se pueden apreciar unas vistas impresionantes de la Abadía de Melrose.
A unos 5 kilómetros de Melrose y muy cerquita de las orillas del río Tweed, podrán encontrar uno de los lugares más románticos de toda Escocia: la Mansión de Abbotsford, perteneciente durante el siglo XVIII al literato romántico por excelencia escocés Sir Walter Scott.
Un lugar en el que se podrán tomar unas vistas preciosas a la vez que sentirse imbuído dentro del paisaje que tres siglos atrás inspirara las poesías y novelas del propio creador. Esta mansion fue, además, diseñada por el propio Walter Scott y, por ello, se presenta estilísticamente análoga a todo aquello que el movimiento Romántico representaba y que, en buena parte, él ayudó a definir. Nuestros amigos escoceses siempre dicen que “cuando se tocan los ladrillos y el cemento de la Mansión de Abbotsford, en realidad lo que se palpa es el alma de Scott”.
Nos desplazamos ahora hacia la zona Noroeste de los Scottish Borders donde nos encontramos con Peebles, un antiguo burgo real de apariencia refinada y amable que se extiende sobre las orillas del río Tweed. Esta exclusiva ciudad mezcla naturaleza y arquitectura victoriana muy al estilo edimburgués y, de nuevo, fue otro de los sitios inaugurados por el rey David I, pero esta vez no de pasada, sino que la monarquía tuvo especial cariño a esta pequeña población y la visitaron infinidad de veces durante el siglo XV y XVI, sobre todo el rey Jacobo III.
En la imagen superior encontramos una fotografía antigua de la calle principal del pueblo donde se puede observar uno de los tan famosos, y por algunos temidos, Mercat Cross (Cruz del Mercado), que entre otras cosas servía como lugar de escarnio público, tortura y castigo de reos.
Como muchas de las poblaciones que se encuentran en los Scottish Borders, Peebles es famosa y visitada para jugar al golf, pescar, competiciones de mountain bikes o para hacer rutas a pie por sus maravillosos senderos que escoltan la ribera del Tweed.
Un poco menos conocida es la siguiente localidad en la que aseguramos podrán tomar unas preciosas fotografías y disfrutar de sus encantos; se trata del pueblo de Swinton. Se encuentra muy cerca del riachuelo de Leet y tiene sus orígenes allá por el siglo XI, pero la mayoría de construcciones que encontramos hoy datan de la reconstrucción general que se llevó a cabo en el pueblo en el siglo XVIII.
Algunos de los monumentos históricos que se pueden visitar en la villa son su Mercat Cross, que en este caso quiere marcar más el estatus comercial tan importante que un día tuvieron el honor de poseer. Pero sobre todo, lo que a los visitantes y habitantes del lugar ha conquistado es sin duda la luz de sus amaneceres y atardeceres, que dejan atónito a cualquiera que venga a Escocia pensando sólo en encontrar cielos nebulosos sin contrastes de colores.
La última población que visitaremos en los Scottish Borders es el histórico lugar de Eyemouth, el cual nos regala unas preciosas vistas de Puerto natural y un siempre atractivo paisaje de costa.
Como se habrán podido imaginar, uno de los mayores atractivos de este pueblo es la pesca, que data de hecho desde el siglo XIII, momento del que también proviene su Puerto y que todavía hoy se encuentra en activo. Al igual que en muchas otras comunidades costeras del siglo XVIII, el tema del contrabando estuvo muy extendido y, de hecho, las mercancías solían ocultarse entre pequeñas viviendas tapadera, cuevas e incluso túneles subterráneos. Buena prueba de ello es la solitaria y enorme Mansión de Gunsgreen, que se encuentra en la zona sur del Puerto y que era casi el centro de operaciones y, de hecho, se diseñó en todo detalle teniendo en cuenta y para llevar a cabo todo este tipo de actividades ilícitas, las cuales contaban entre sus componentes con todo tipo de sustancias: desde bebidas alcohólicas o té hasta tabaco. Hoy en día ha sido reformada y se puede visitar como otra de las muchas atracciones turísticas con las que cuenta este país.
Durante el siglo XIX la industria floreció muchísimo, sobre todo en el campo pesquero, pero su puerto sufrió lo que hoy se conoce con el nombre de “el Desastre de Eyemouth” o “el Viernes Negro”. Este hecho tuvo lugar el 14 de Octubre de 1881, día en que un terrible vendaval azotó la costa de esta pacífica población y causó la muerte por ahogamiento de 189 pescadores que se encontraban en horario laboral.
La imagen superior nos muestra un memorial realizado en bronce en honor a las víctimas de esta terrible tragedia y representa a las mujeres e hijos de los pescadores ahogados observando el mar que los arrancó de su lado. Este monumento conmemorativo se encuentra en el pequeño pueblo de St Abbs, muy cerca de Eyemouth, donde la tragedia también se llevó varias víctimas. Además de esta evocadora pieza tamién se pueden encontrar unos 15 tapices expuesto en el museo de la localidad los cuales ilustran los terribles hechos que aquí sucedieron.
Hasta aquí la primera parte de esta entrega con su introducción histórica y la primera región que hemos visitado. Por supuesto, quedan muchos lugares por descubrir en los Scottish Borders, pero les dejamos hueco a la imaginación y dentro de poco seguiremos nuestro recorrido paseando por las bonitas calles y los extensos valles de la zona de Dumfries and Galloway.
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