¿Sabías que puedes disfrutar de escenarios icónicos escoceses sin salir de casa? Hoy haremos un recorrido por algunos de ellos a través de las obras de Roberto González Fernández, artista español.
Breve semblanza personal
“EUROPEO de cultura occidental 09”. 2014. Autorretrato – Roberto González Fernández
Roberto González Fernández nace en Monforte de Lemos en 1948 y vive en la provincia de Lugo dedicado a las labores familiares pero con una muy temprana inclinación por las artes, ya que a la tierna edad de 4 años una de sus tías, pintora aficionada que llevaba sus nuevos cuadros todos los veranos a la casa familiar, despierta este interés en Roberto. Desde entonces, Roberto no deja de pintar. Pasan varios años hasta que decide contarle a su padre que quiere ser pintor, algo a lo que, todavía hoy, muchos padres hubieran contestado con una negativa rotunda. No es este el caso de Roberto, al que, por fortuna, su padre contesta que le parece muy bien, pero que tiene que estudiar, que uno no puede ser pintor así como así, y Lugo no es el lugar adecuado para desarrollar una carrera artística. Le aconseja viajar a Madrid y así lo hace Roberto. Le cuesta, eso sí, más de dos años acceder a la escuela más prestigiosa de Bellas Artes por esos tiempos: la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su dibujo, de método impecable, puede que se deba en muy buena parte a las enseñanzas impartidas por la escuela, muy tradicional por aquel entonces, a la que también acudieron artistas de la talla de Picasso o Dalí.
El legado artístico escocés de Roberto González Fernández
1. Bass Rock (1974)
La primera vez que este artista tocó pie en tierras escocesas fue en el verano del año 1974, tras haber terminado sus cinco años de estudio en San Fernando, pero no fue la capital lo que le conquistó. Cuenta RGF que este verano fue un punto de inflexión en su obra al encontrarse en la pequeña población de Dunbar en la zona del sureste escocés, donde tuvieron la suerte de encontrar una casa para alquilar, pequeñita pero muy acogedora, que se llamaba St. Rules, una primera planta que tenía vistas directas al misterioso islote de Bass Rock. Se trata de una isla de piedra volcánica situada a pocos kilómetros de la localidad de North Berwick. Hoy día sirve de hogar para casi el 10% de los alcatraces a nivel mundial, lo cual ofrece una apariencia blanquecina bastante curiosa. Pero no fue únicamente hospedaje de aves, ya que durante el siglo XV se utilizó como prisión infranqueable para los enemigos políticos de la monarquía y religión de aquella época.
“ARRIAZA – BASS ROCK VI”, 2001 – Roberto González Fernandez
En la imagen superior podemos observar el islote de Bass Rock junto a otro mucho más pequeño, en forma poligonal, que forma parte de la iconografía fundamental del artista y también es una isla, pero esta vez imaginaria. Se llama Arriaza (1995-2007) y se mueve por el mundo flotando por los mares o encima de su Caja de Viajes donde va por tierra firme. Esta isla viene a ser el alter ego del propio artista y su caja de viajes, lo que le transporta de un lado a otro.
“Caja de Viajes con la Isla de Arriaza. Skye 3” – Roberto González Fernández
Él propio artista citaba “hay momentos en la vida que por su intensidad nos cambian para siempre”. Parece que fueron los impresionantes amaneceres y atardeceres, la luz intensa de la costa este de Escocia rendida a sus espesas nubes, con el reflejo del islote sobre el mar, la que hizo que no pudiera dejar de trabajar. El recogimiento de la reflexión artística se había debido a un agente externo, esta vez sería la belleza del paisaje escocés. Él mismo lo recuerda como una de sus épocas más prolíficas, pero no solo eso, sino que afirma ser el momento en el que, asomado a su ventana, “define las claves que marcarán su trayectoria creativa desde entonces”.
“BASS ROCK 17”, 2000 – Roberto Gonzalez Fernandez
Estas fotografías fueron tomadas años más tarde, hacia el 2000, con una cámara digital compacta de unos 2 megapíxeles. Simplemente se citan a modo de comentario, para recalcar cómo el artista vuelve varios años después, y volverá probablemente en el fututo, a temáticas que muchos años antes habían sido protagonistas creativos y vitales, mostrando muy claramente esa eterna preocupación que invade su obra por el espacio y el tiempo.
2. Laberintos (1977)
La anhelada vuelta a Edimburgo tuvo lugar el lunes 3 de enero de 1977, en el cual la fortuna le hizo encontrar una acogedora vivienda en una zona céntrica de la ciudad pero alejada del barullo urbano, el piso de Regent Terrace. Rodeado de zonas verdes como los Regent Gardens, la colina de Calton y los jardines de Holyrood, cayó enamorado del lugar hasta tal punto que hoy día sigue siendo su vivienda estival.
“Laberintos” 1977. Óleo sobre lienzo – Roberto González Fernández
Estos inquietantes cuadros hablan del mismo sentimiento que invade al artista en aquella época. Un lugar nuevo, una vida nueva, llena de estímulos pero también de incertidumbres, llena de laberintos que, al transitar por sus innumerables recovecos nos van mostrando áreas insólitas por descubrir. Obras plagadas de una iluminación escalofriante y vítrea, imágenes paralizadas que nos muestran al fondo los monumentos de la ciudad, los elementos arquitectónicos, las columnas, un leitmotiv en la obra de Roberto, con toda su carga simbólica. La figura humana, presente, pero absorta en sus hallazgos, a veces descubre al pintor omnipresente y nos mira, pero su cuerpo de volúmenes redondeados queda absorbido por esos espacios rectilíneos y geométricos que irradian una todavía mayor sensación de frialdad, de la mezcla por el deseo de conocer y el miedo a lo desconocido, de lo sublime. Una realidad convulsa, como dirían los surrealistas.
“Laberintos” 1977. Óleo sobre lienzo – Roberto González Fernández
3. Elementos Arquitectónicos (1981)
Ya citaba antes la importancia que los elementos arquitectónicos y especialmente la columna ejercen en la obra de RGF. Cuando vi su obra con referentes a Edimburgo por primera vez, me llamó la atención que la histórica y ennegrecida arquitectura de la Old Town no tuviera cabida en su imaginario. Es, sin embargo, la Atenas del Norte, los elementos arquitectónicos con mirada al Clasicismo que se recuperan en la ciudad a finales del XVIII y todo el siglo XIX lo que al artista interesa.
“ENTRE LA MULTITUD”. 1981 – Roberto González Fernández
Y esto son las arquitecturas de Edimburgo que nos regala, certeras como la vida misma, todas ellas reconocibles en sus obras, pero representadas bajo la mirada interna del artista y con unos enfoques muy fotográficos. No suele tomar sus modelos del natural, se puede apreciar cómo primero observa y lo que se plasma es un recuerdo de lo contemplado, ese recuerdo que trasciende al devenir y que aniquila el ahora (“esa estúpida mentira” como llamaba Cortázar a esta palabra).
4. Holyrood (1991-1992)
Es una de las series más conocidas del artista. En ella toma como telón de fondo la impresionante colina volcánica que sirve como mirador de la ciudad y allende: Arthur´s Seat. Se comenzó en 1991 pero, como la mayoría de ellas, se retomó más adelante, con una nueva visión y marcada por otros compromisos estéticos.
“HOLYROOD 26. ÍÑIGO” – Roberto González Fernández
Consta de una serie de retratos de amigos y familiares, personas muy cercanas a la vida del artista que se sitúan frente a la montaña, casi siempre de espaldas al espectador, observando sus impresionantes vistas. Lo que nos muestra es, ni más ni menos que los estados anímicos de cada particular al contemplar la colina, creando un retrato único marcado por la personalidad y emociones de sus incondicionales.
“HOLYROOD 05. Vicente” 1991 – Roberto González Fernández
5. Babel (2001)
La serie de “Babel” es una de las más curiosas de toda su producción. Tomando como referencia el “Babel” de Brueghel el Viejo, representará esta torre mítica y mística del supuesto zigurat del Etemananki, en el cual, según el capítulo 11 del Génesis se construyó esta torre para alcanzar el cielo. En la siguiente ilustración se puede observar el torreón, pero vemos que no es Babilonia su escenario, sino Edimburgo. Si nos fijamos bien, se puede observar parte del Palacio de Holyrood o Calton Hill al fondo. El título de la obra es “Boorach” que en Scot viene a significar algo así como “confusión” o “alboroto”, “un estado de gran desorden y confusión”, el mismo que pudo tener lugar cuando, según el relato bíblico, Dios descendió de los cielos para dar a cada uno de los constructores de esta torre una lengua distinta para crear precisamente confusión entre ellos y que no pudieran llevar a cabo empresas tan ambiciosas.
“BABEL – BOORACH (EDIMBURGO)” 2000-2002 – Roberto González Fernández
6. Cruising Burial Grounds (2008)
Acabamos nuestro recorrido por la obra de RGF con una serie fotográfica para mostrar cómo no echa mano exclusivamente del lienzo y el pincel sino que se ayuda también de las últimas tecnologías fotográficas y de retoque con Photoshop. Esta serie concreta viene de muy atrás, se remonta a tiempos en que realizó su litografía de “Matorrales del Deseo” y trata una temática muy curiosa que a muchos podrá sorprender. Los cementerios de la ciudad de Edimburgo, que se encuentran en el centro y que están abiertos 24 horas, antiguamente se encontraban plagados de hierbas, matorrales, árboles, etc., que afloraban de manera exuberante por todo el camposanto. Esto hizo que sirviera también como lugar de encuentro “amoroso-furtivo” para las jóvenes parejas que veían en ese emplazamiento tranquilo y encubierto, el lugar perfecto para sus reuniones.
“Cruising (Burial) Grounds 06”. 2008 – Roberto González Fernández
Comentan sobre esto...