Edimburgo entra en la historia en algún momento anterior al siglo VII. La tribu de los Gododdin levanta un fuerte en el lugar en el que posteriormente se asentaría el Castillo de Edimburgo, y le da el nombre de Din Eidyn (La fortaleza de Eidyn). Uno de sus primeros reyes, Mynyddog Mwynfawr, es, según la tradición, el primer Edimburgués de renombre del que tenemos constancia.
Sin embargo, los testimonios escritos de la época son prácticamente inexistentes con lo que indagar en la vida de este habitante de Edimburgo o de cualquiera de su quinta, es tan difícil como pronunciar su nombre, por ello, debemos avanzar en el tiempo para encontrarnos con más personajes.
La Edad Media fue oscura en Edimburgo. La sobrepoblación, el hacinamiento y la suciedad hacían que el ambiente en la ciudad fuera especialmente sombrío. Al igual que sus estrechas y oscuras calles, pocos personajes ilustres vieron la luz en estos años.
Pero a partir del siglo XVIII la situación cambia drásticamente. Dos situaciones se muestran decisivas en el futuro devenir de Escocia: por un lado la Unión con Inglaterra (1707), si bien no se produce con el respaldo de la población, ayuda y obliga a los escoceses a abrirse al mundo, del que habían estado aislados hasta entonces. Como parte del mayor imperio marítimo de la historia, las ideas, al igual que los productos, circulan fluidamente por el país a través de sus puertos. Por otro lado, la influencia de la Iglesia presbiteriana, que aboga por la educación obligatoria y el esfuerzo personal influye poderosamente en el pueblo, dando pie a una de las poblaciones más cultas de la Europa de entonces. Es la Ilustración Escocesa.
Escocia se coloca a la vanguardia del mundo en todas las ramas del saber. En economía, Adam Smith desarrolla los principios del capitalismo, doctrina económica que hoy en día rige en prácticamente todo el mundo. Nacido en 1723 en Kirkcaldy, al norte de Edimburgo, desarrolló sin embargo toda su actividad en la capital. Disfrutó de una vida sosegada, y publica en 1776 la obra por la que será recordado para la eternidad, “La riqueza de las naciones”, donde asienta el principio del liberalismo económico: la libre competencia del mercado. Pero si esta es su obra más conocida en la actualidad, en vida fue conocido por su faceta de filósofo. Y como tal fue influenciado y también influyó en uno de sus grandes amigos: David Hume.
Nacido en 1711 en Edimburgo, no es sólo una de las figuras clave de la ilustración escocesa, sino de toda la filosofía occidental. Su filosofía, el empirismo, se basa en la necesidad de percibir con los sentidos algo para poder comprobar su veracidad, algo que resulta paradójico en la ciudad de los fantasmas y misterios. Ateo convencido, ordenó ser enterrado con el epitafio «Nacido en 1711, Muerto en 1776. Dejando a la posteridad que añada el resto» en una humilde tumba. Su familia, mucho más beata que él, se encargó de levantarle un soberbio mausoleo, que se visita en nuestro tour de fantasmas y misterio .
Si estos dos personajes son representantes de la razón y de la luz, hay otro personaje de esta época que encarna todo lo contrario. Un personaje oscuro y con una cara oculta, el Diácono Brodie (1741-1788). ¿Creen que no lo conocen? Pues sigan leyendo.
Científicos y escritores
Avanzando en el tiempo nos encontramos con el padre de la novela histórica. En 1771 nace en Edimburgo sir Walter Scott. Sobrevivió a un ataque de polio en su infancia, pero debido a su pobre estado de salud pasó largas temporadas en la región de los Borders, al sur de Escocia. Posteriormente, gracias a su trabajo como abogado tuvo que viajar en varias ocasiones al norte, a las Highlands. Todo ello le sirvió para formarse una idea general de Escocia, aprendiendo la forma de hablar de cada zona de la misma, así como sus tradiciones y leyendas, presentes continuamente en su obra. Ivanhoe (1820) es seguramente su obra más conocida fuera de las fronteras escocesas, pues fue también el primer autor en tener en vida una carrera internacional simultánea en Europa y América. Otra de sus obras, Waverley (1814) da nombre a la estación de tren de la ciudad y en frente de esta podemos ver el monumento más alto construido nunca a un escritor, el Scott Monument.
Seguimos entre escritores, y tenemos que referirnos a uno de los grandes de la literatura universal. Autor de novelas de tanto renombre como “Kidnapped” o “La isla del tesoro”, también Robert Louis Stevenson vio la luz en Edimburgo. Su vida de aventurero sin embargo le llevó a Samoa, donde falleció en 1894 a la edad de 44 años. Muy querido en su tiempo, destacó como escritor de viajes, pero sobre todo como autor de novela de terror. Su “Extraño caso de doctor Jeckyll y Mr. Hyde” es el prototipo de novela de horror psicológico, y el célebre personaje de dos personalidades está basado en un habitante real de Edimburgo. ¿Se acuerdan del Diácono Brodie que citamos anteriormente? Pues ése. Su historia se cuenta en nuestro tour a pie de la ciudad.
Y si las novelas de Stevenson son universales, ¿qué podemos decir de Sherlock Holmes? Si bien el personaje es en la ficción londinense, el real, en el cual se basó su autor era el médico edimburgués Joseph Bell. Y sí por si tenían alguna duda, también su autor, Sir Arthur Conan Doyle era de aquí. De origen irlandés por vía materna e inglés por parte de su padre, vio la luz en el 11 de Picardy Place, al comienzo del popular barrio de Leith (que por entonces acogía a la mayoría de inmigrantes irlandeses), a los pies de la Catedral católica de Edimburgo. Hoy en día, una estatua de Sherlock Holmes recuerda su lugar nacimiento, y un pub con su nombre se alza a escasos metros. Toda esta historia se la contamos con más detalle en nuestro Tour de fantasmas.
Pero si Edimburgo se ha destacado siempre como ciudad literaria, no podemos olvidar su aportación a la ciencia. El 3 de Marzo de 1847 nacía aquí Alexander Graham Bell. Tanto su madre como su mujer fueron sordas, lo que desde pequeño le impulsó a Alexander a trabajar en el campo de la acústica. Ya a muy temprana edad consiguió desarrollar un sistema para comunicarse con su progenitora, hablándola con voz profunda en su frente, haciendo que el cráneo actuase como caja de resonancia. Aplicando sus conocimientos en este campo, llegó al invento por el que se le recordará para la posteridad: el teléfono. Como tantos escoceses, emigró a Estados Unidos, pasando por Canadá, por lo que es considerado a la vez de Escocia, hijo de estas dos naciones.
Actualidad: James Bond, más escritores y… políticos
En 1930 nace el que seguramente sea el Edimburgués más conocido y querido, Sean Connery. Conocido, entre otras muchas cosas por sus papeles como James Bond, este actor, uno de los grandes de Hollywood de siempre, tiene tatuado en su cuerpo el lema “Scotland Forever” (Escocia para siempre), lo que deja poca dudas de su amor hacia su ciudad y su país, así como su ideología, pues ha declarado que no volverá a pisar suelo escocés hasta que este sea un país independiente, y de sobra es conocida su vinculación con el Partido Nacional Escocés. Descendiente, como tantos escoceses de inmigrantes irlandeses, trabajó de joven como repartidor de leche, marinero, camionero, socorrista, granjero, modelo, pulidor de ataúdes y… futbolista. Tanto es así que llegó a tener una oferta en firme del Manchester United. De su trayectoria artística, basta dar unos pocos datos para darse cuenta de su importancia. Ganador de un Oscar, dos BAFTA y 3 globos de Oro, ha participado en más de 30 películas, entre ellas 6 de James Bond, además de “Los Intocables de Eliott Ness”, “El nombre de la Rosa”, “La Roca” o “Asesinato en el Orient Express”.
Siendo como es Edimburgo una ciudad literaria, tenemos que seguir mención a más literatos. Si les hablo de Irvine Welsh, seguramente poca gente sepa a quién me refiero. Pero si hablamos de “Trainspotting”, la cosa cambia. Irvine Welsh es el autor de la novela que en 1996 fue llevada al cine en la piel de Ewan McGregor, que rápidamente se convirtió en una película de culto, y una referencia del cine de los 90. La acción, que gira en torno al mundo de la drogadicción, se desarrolla en el barrio natal del autor, Leith, que si bien hoy en día se trata de una zona tranquila, en su día se vio fuertemente afectada por el fenómeno de la droga. Dice la leyenda que Irvine escribió su best seller en los descansos que se tomaba mientras redactaba sus tesis doctoral. Aparte de Trainspotting, ha escrito otras novelas como Acid House o Pesadillas del Marabú. Siempre escribe en dialecto escocés, y sus obras tratan sobre la realidad cotidiana de este país, con lo que leerlas es una manera perfecta de conocerlo antes de viajar a él.
La última escritora a la que haremos referencia no nació en Edimburgo, pero ha sido declarada hija adoptiva, y probablemente sea la persona que más deba a la ciudad. Nos referimos a J.K. Rowling, autora de Harry Potter. Si bien como decimos, nació en Inglaterra, en 1993 llega a Edimburgo con 3 capítulos del primer libro en la maleta. En aquella época, recién divorciada, con una hija pequeña y sin más ingresos que las prestaciones del estado, estaba sumida en una profunda depresión, de la que la única manera de salir era escribiendo en distintas cafeterías de la ciudad, como el Elephant House, y desarrollando su idea del joven aprendiz de brujo.
A pesar de ser rechazada por varias editoriales, J.K. Rowling, persistió hasta ver su obra publicada. Y a partir de ahí, no solo salió de la pobreza, sino que se acabó (dicen) siendo más rica que la Reina. Como dijimos, empezó escribiendo las novelas en una cafetería, para ahorrar calefacción, y las acabó en el Balmoral, el hotel más lujoso y caro de la ciudad. Gran parte de la inspiración de la novela, desde los nombres de los personajes hasta las familias de Hogwarts, pasando por el callejón Diagón está directamente relacionada con la ciudad de Edimburgo. Muchas de estas historias te las contamos en nuestro tour a pie.
Acabamos este repaso por los Edimburgueses más ilustres con uno de los políticos más influyentes de las últimas décadas. A pesar de provenir de una familia conservadora, Tony Blair mostró tendencias izquierdistas desde la universidad, cuando se afilió al partido Laborista. Ascendió rápido en el partido, hasta convertirse en 1994 en el líder más joven de la historia del partido, y en 1997 fue elegido Primer Ministro por primero, renovando su mandato por dos veces más, siendo el primer laborista en la historia en conseguirlo. Su mandato se caracterizó por conseguir el fin del conflicto armado en Irlanda del Norte, su apasionado europeísmo y por su defensa de la denominada tercera vía, una nueva visión de la socialdemocracia. Su sucesor en el cargo Gordon Brown, si bien nació en Glasgow, puede ser también considerado Edimburgués, pues aquí estudió y llegó a ser rector de su Universidad.
Corrección urgente el libro Robinson Crusoe fue escrito por Daniel Defoe no absolutamente no por ningún Escocés …
muchísimas gracias Juan José! 120% de acuerdo con la observación. Corregido 🙂