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Guía de cementerios en Edimburgo

15 March 2014 Tiempo de lectura 13 min 1 comentarios

No puede uno marcharse de Edimburgo sin hacer una visita al menos a uno de los cementerios históricos que tiene esta ciudad. Puede extrañar en un primer momento pensar que los cementerios sean un lugar de visita, pero esta ciudad tiene muchas cosas particulares, y entre ellas se encuentra esta “tradición” de mostrar sus necrópolis como un atractivo más, no tanto como una atracción turística, sino como un elemento enclavado en la propia ciudad que muestra como la visión de “la otra vida” se siente de una forma natural y no tan aterradora, como así lo es para la mentalidad católica.  Gracias a este pensamiento los podrán encontrar en medio de la urbe, entre los monumentos más famosos, llenos de gente cuando sale el sol, a modo de parques, y con muchas historias escondidas tras sus nichos, panteones y estelas funerarias.

Vamos entonces a hacer un recorrido, sin preferencias, por aquellos que no se pueden perder, ya que todos tienen particularidades que los hacen completamente únicos.

Antes de comenzar habría que hacer una distinción, que nosotros normalmente no hacemos en nuestro país, me refiero a la costumbre que tienen de referirse a ellos unas veces como “cemetery” (cementerio), una palabra de origen griego, “koimeterion” (lugar de descanso), que se trata de un santuario fúnebre de mayores dimensiones, que  no tiene por qué estar adjunta a una iglesia y en los que se puede enterrar tanto el cuerpo del difunto como sus cenizas. Cuando hablamos de la palabra “graveyard” (que también quiere decir cementerio en español), más antigua que la otra, se refiere a un camposanto unido a una pequeña iglesia en el cual, normalmente, se enterraba  a las clases altas en tumbas adosadas a las propias iglesias como lugar de honor.

1. El Cementerio de Calton (Old Calton Burial Ground)

Les presentamos uno de los más visitados y más importantes de Edimburgo tanto por su belleza arquitectónica como por su historia y los personajes ilustres que custodia. Se encuentra en los aledaños de la colina más famosa de la ciudad, Calton Hill, en la zona noreste del centro de la urbe. Se trata de un lugar histórico construido a principios del siglo XVIII que como decíamos le ofrece descanso a personajes importantes para la historia de Escocia, como por ejemplo, el filósofo David Hume, el editor William Blackwood o el clérigo Dr Robert Candlish.

La construcción de este cementerio surgió porque los propios habitantes de la Villa de Calton tenían que enterrar a sus difuntos en un “graveyard” bastante alejado para la zona, por lo que consiguieron que se les construyera este espacio exclusivo para ellos. Hoy día podemos ver la mitad de lo que antiguamente fue, ya que tuvieron que dividirlo en dos partes al construir la carretera de “Waterloo Place” tras la victoria de esta celebrada batalla de 1815. Para ello, tuvieron que mover y remover todos los cuerpos con sus respectivas tumbas para llevárselo al “New Calton Cemetery” (el nuevo Cementerio de Calton).

Entre algunos de los monumentos más famosos que podemos encontrar cabría señalar uno que perfila los cielos edimburgueses y se divisa casi desde cada punto de la ciudad, estamos hablando del “Monumento a los Mártires Políticos” (The Political Martyrs Monument).

Este lugar conmemora a cinco reformistas políticos, dos escoceses y tres ingleses, de finales del siglo XVIII que fueron detenidos y condenados por promover campañas de reforma contra el gobierno e intentar expandir las ideas liberales provenientes de la Revolución Francesa. Todos ellos fueron sentenciados por sublevarse y enviados a Australia como condena entre 1794 y 1795, lugar que en aquella época se consideraba como la peor y más grande prisión del mundo.

Unos 50 años más tarde de este suceso, los pensamiento sociales y políticos cambiaron y se liberalizaron considerablemente para la época y, al echar la vista atrás, decidieron que estos cinco señores no habían sido unos terribles agitadores políticos sino unos héroes por luchar por aquello en lo que creían. De este modo les construyeron un monumento que hoy día podemos ver, a modo de monolito de piedra gris de unos 27 metros de altura,  erigido en 1844 en forma de obelisco. Fue una especie de símbolo con el que querían representar un faro que sirviera como guía para alumbrar a sus almas el camino de vuelta a casa desde Australia.

En uno de sus frentes aparece inscrito el nombre de estos cinco mártires: Thomas Muir, Thomas Fyshe Palmer, William Skirving, Maurice Margarot and Joseph Gerrald. Por el otro lado del obelisco podemos encontrar otra bonita inscripción que marca un epígrafe moralizante en el que se lee: “I know that what has been done these two days will be Re-Judge”, que fueron las palabras de William Skirving durante el Juicio que les hicieron el 7 de Junio de 1794 y que viene a decir “Sé que aquello que se ha hecho en estos dos días será re-juzgado de nuevo más adelante”, como así fue finalmente tras perdonarles, eso sí, 50 años después.

Otro monumento, también conmemorativo,  que llama la atención nada más acceder a este santuario es el “Monumento a los Soldados Escoceses y Americanos” (Scottish-American Soldiers Monument) construido a finales del siglo XIX. Decimos que es llamativo porque aparece como remate una estatua de Abraham Lincoln, la primera de este presidente en algún país fuera de Estados Unidos, y a sus pies la representación de un esclavo negro liberado dándole las gracias y sosteniendo un libro como muestra de que se trata de un hombre libre y educado.

Se erigió gracias a fondos americanos y guarda y rememora las vidas de 6 soldados escoceses que murieron en las Guerras de Secesión americanas. Se puede también leer una inscripción que dice: “to preserve the jewel of liberty in the framework of Fredom” (“para conservar el tesoro de la liberación en la armadura de la Libertad”).

Desde luego merece la pena visitar el cementerio aunque sólo sea para ver este monumento, eso sí, cuidado al entrar por la noche porque la estatua de Lincoln parece de todo menos una estatua y puede provocar y, de hecho,  provoca más de un susto en almas temerosas hasta que descubren que es de piedra y poco daño puede hacer.

Mucha gente se pregunta qué hace un monumento conmemorativo a las guerras de la Independencia de EEUU en la capital escocesa, pero si se indaga en su Historia uno descubrirá que no es tan sorprendente ya que hubo una gran relación entre EEUU y Escocia desde el siglo XVIII, incluso cuando redactaron su “Declaración de Independencia de los Estados Unidos” se basaron mucho en las ideas de uno de los filósofos más en boga en ese momento y, por supuesto, escocés. Nos estamos refiriendo a David Hume, enterrado, por cierto, a escasos metros del lugar donde se erige este evocador memorial.

Estamos hablando de una de las figuras fundamentales de la Ilustración Escocesa de mediados del siglo XVIII, momento en que Escocia progresó en todos los campos, tanto científico como histórico o artístico, hasta tal punto que a Edimburgo se la comenzó a llamar como “la Atenas del Norte” equiparándola a la ciudad griega por su florecimiento en el siglo VI a.C.

Lo que encontramos para rememorarle es un panteón de enormes dimensiones que, en su día, tuvo que ser guardado durante 8 días tras su entierro debido a la hostilidad pública que se creó en vida, muy en parte por su declarado ateísmo. Hoy debe estar revolviéndose en su tumba porque años más tarde su sobrina fue enterrada en el mismo lugar y añadió un panel con una inscripción religiosa ya que ella sí era devota. Se puede ver en la parte frontal del panteón bajo el enorme jarrón que se inscribe en un nicho: “Behold, I come quickly, thanks be to God which giveth us the victory through our Lord Jesus Christ” (He aquí, mi temprana llegada. Dense gracias al Señor que nos ha dado la victoria a través de nuestro Señor JesuCristo).

Estos tres monumentos de los que hemos hablado no son por supuesto los únicos que se encuentran en este cementerio, así que no se pueden perder un recorrido por él sea cual sea la época del año en que se visite la ciudad, aunque si se escoge un día nebuloso y oscuro la experiencia será sin duda escabrosa además de didáctica, y es que se puede decir que estos lugares son trocitos de historia enmarcados en un lúgubre escenario, pero con una magia especial, eso seguro. Si quieren visitarlo de la mano de un experto en sus historias no duden en apuntarse al recorrido nocturno que ofrece Viajar por Escocia en el tour de Fantasmas y misterios, que tiene lugar a las 21h.

 

Graveyard of Greyfriars Kirk

Fuente: Visit Scotland / Autor: Paul Tomkins

2. El Cementerio de Greyfriars (Greyfriars Kirkyard)

En este cementerio tenemos uno de esos ejemplos de lugar designado como “graveyard” y no “cemetery” ya que cuenta con una iglesia (“Kirk” en scot) que surgió como punto de partida para levantar sus tumbas. Este se sitúa en la zona más al sur de la Ciudad Vieja y es uno de los más antiguos que se conservan, ya que aquí podemos encontrar tumbas desde el siglo XVI hasta el XIX y custodia un buen número de sepulturas de personajes notables de la ciudad a lo largo de estos siglos.
El nombre viene directamente de la orden monacal a la que pertenece que, en este caso, es a la de los franciscanos: “Greyfriars” significa literalmente “frailes grises”. En Edimburgo fue disuelta a mediados del siglo XVI, mismo período en el que fue creada la iglesia que se levanta imponente en medio del cementerio. Se hizo porque el lugar de enterramiento adosado a la iglesia de San Giles (la “Catedral de Edimburgo”) se consideró lleno, ya no tenían espacio para enterrar ni un alma más en la ciudad, por lo que tuvieron que construir este de forma alternativa.

Esta iglesia fue además testigo de uno de los acontecimientos más importantes de la Historia religiosa de Edimburgo y de Escocia en general porque fue aquí donde se firmó “El Pacto Nacional de Escocia” (“The National Covenant”) el 28 de Febrero de 1638.

Fue una especie de movimiento político-religioso por parte de la rama presbiteriana contra los deseos del rey Carlos I de introducir la fe anglicana, lo que hizo que estos se sublevaran firmando este pacto, el cual triunfó, pero sólo hasta la llegada al poder del siguiente rey, Carlos II, hijo del anterior, que hizo que, tras la derrota de los “covenanters” en “Bothwell Brig” (1679), más de 1200 “pactantes” fueran encarcelados, torturados y condenados en un lugar que todavía hoy se encuentra en este cementerio, conocido como “Covenanter´s Prison” (la Cárcel de los Pactantes). Hoy en día no es ya una prisión sino que guarda las tumbas de algunos de los hombres que fueron penitenciados aquí y que hace ya casi 4 siglos.
Esta es una historia de las más cruentas que se cuentan entre las muchas que guarda esta ciudad y especialmente sus cementerios, asociada, por cierto, tanto a la iglesia donde, todavía hoy, se puede ver una copia original del documento firmado por los “pactantes”, a la cárcel a la que nos referíamos antes, y también a uno de los mausoleos más siniestros que se encuentran aquí. Estamos hablando del panteón que guarda el cuerpo del señor George Mackenzie, que se encuentra muy próximo a la prisión, y que le fue encargada la tarea de ser el ministro en llevar a cabo la política persecutoria de Carlos II tras la victoria contra el levantamiento  presbiteriano. Él mismo encarceló a más de 1200 personas y firmó la pena de muerte de muchos de ellos, por lo que se ganó el apelativo de “bloody Mackenzie”, un nombre muy acertado porque viene a decir el “sanguinario/sangriento Mackenzie”. Su tumba, conocida como el “Black Mausoleum” (“el Mausoleo Negro”) es una de las más visitadas en la ciudad y tiene una apariencia muy afín al carácter malévolo de su propietario.

Habría que decir que no todas las historias que guarda este lugar son tan tristes y cruentas como la anterior, porque si hay una historia famosa en Edimburgo esa es sin duda la del perrito Bobby. Estamos hablando de un pequeño Skye Terrier que, tras la muerte de su amo, decidió guardarle luto lealmente a los pies de su tumba durante los 14 años que le quedaban de vida. Parece que este pobre perro no se movía más que para ir a comer al bar que había a la entrada del cementerio, el cual hoy día lleva su nombre, y que es una de las historias más queridas por todos los habitantes de la ciudad. De hecho, conmovió tanto las almas de los edimburgueses/as que, en una época en la que cuando fallecía el dueño sacrificaban al animal, a Bobby no sólo no le sacrificaron si no que le nombraron ciudadano de Edimburgo, para que pudiera ser enterrado en este mismo cementerio. Así que hoy día todavía se puede ver la tumba de “Greyfriars Bobby” (como así le conocen hoy) nada más entrar por el acceso principal del cementerio y que será muy fácilmente identificada por los numerosos regalos que los visitantes le dejan en su sepulcro, normalmente peluches y palos “para que juegue”.

Estas historias que acabamos de narrar pueden parecer suficientes para las dimensiones del  cementerio, en realidad, hay muchísimas más que no da tiempo a relatar en este breve texto, si lo que quiere es hacer un recorrido ampliado por el cementerio y conocer sus misterios en detalle Viajar por Escocia realiza un tour a pie por Edimburgo de tres horas en el que descubrirá la muralla que marcaba “el fin del mundo” a los escoceses, una explicación pormenorizada del perrito más famoso de la ciudad y su dueño, de los “pactantes”, de cómo los escoceses pegan sus viviendas y negocios a los cementerios como si de un parque se tratase. Descubra estas y otras historias más de la mano de un guía residente y experto de la Historia de la gloriosa capital escocesa.

3. El Cementerio de Canongate (“The Canongate Kirkyard”)

Tratamos ahora otro de los cementerios más conocidos y transitados de la ciudad ya que se encuentra en la misma Milla Real, a pocos metros de la residencia real, el Palacio de Holyrood, y es, al igual que el de Greyfriars, uno de los más antiguos que se conservan en Edimburgo. Encontramos enterramientos desde finales del siglo XVII hasta mediados del siglo XX y, de nuevo, acoge los cuerpos de algunas de las figuras más excepcionales de la Historia de Escocia.

Hay que decir que la zona de Canongate, que hoy día pertenece y se encuentra dentro de lo más céntrico de Edimburgo, antiguamente era un distrito separado de la ciudad dependiente de la Abadía de Holyrood, sólo para que se hagan una idea de las dimensiones tan reducidas que tenía esta ciudad en aquella época.

Nos encontramos con otro de esos ejemplos de “graveyard” o “kirkyard” porque como se observa en la imagen todas las tumbas parten y rodean el solemne edificio de esta la “Iglesia Nueva de Canongate”, fundada en 1688 y terminada pocos años después.

La entrada al cementerio es muy fácil de identificar porque aparece marcada por una estatua a punto de dar un paso del poeta Robert Fergusson, el cual se encuentra enterrado aquí. La curiosa y corta  vida de este poeta y su trabajo llamó la atención de uno de los grandes de la literatura escocesa, Sir Robert Burns, quien hizo que se le creara un monumento a este que, finalmente, se llevó a cabo tras la misma muerte de Burns. Fergusson rehusó de la formación de ministro que le querían inculcar y a la edad de 22 años decidió abandonarlo y dedicarse a la poesía, una dedicación prolífica pero nada extensa porque a la edad de 24 años se encontró con la muerte en medio de una historia bastante turbia. No se sabe muy bien si sufría depresión, lo que sí se sabe es que sus últimos días los pasó ingresado en el “lunatic asylum of Dorian House hospital” (el Manicomio de Dorian) en el que,  tras varias semanas de agonía, murió de forma repentina.

Otro que también descansa en este lugar y que seguro les sonará a todos es el mismísimo Adam Smith, economista y autor de “The Wealth of Nations” (“La Riqueza de las Naciones”). Pues efectivamente, el gran economista que a todos nos ha tocado estudiar alguna vez también es escocés y, por cierto, muy buen amigo del filósofo del que hablábamos antes, David Hume, enterrado en el cementerio de Calton. Aunque no era de Edimburgo pasó más de 10 años en esta ciudad y finalmente fue enterrado aquí. Su tumba hoy es casi un lugar de “peregrinajepara los economistas del mundo y para admiradores de su obra dedicados a cualquier otro campo.

Muchas otras eminencias de Escocia descansan hoy en este lugar, como el cirujano Benjamin Bell, abuelo de Joseph Bell, también cirujano y que sería inspiración para Sir Arthur Conan Doyle en la creación del archiconocido Sherlock Holmes; Dugald Stewart, otro de los grandes de la filosofía de principios del XIX que también yace en este lugar y su tumba es la única en el cementerio que aparece sellada. Pero la anécdota más curiosa que guarda este camposanto es, sin duda, una pequeña tumba que sirvió de fuente de inspiración al célebre Charles Dickens para crear al protagonista de su famoso “Cuento de Navidad” (“A Christmas Carol”), el huraño Ebenezer Scrooge. Parece que Dickens estaba paseando por el cementerio y encontró una tumba con el nombre de Scroggie donde se leía el epitafio de: “meal man” (que se podría traducir como “el hombre de las comidas” o “el comerciante de maíz” –“corn merchant”-), pero parece que él lo malentendió debido a la poca luz y a su leve dislexia y leyó: “mean man” (el hombre infame). Inmediatamente pensó que para que a una persona le pusieran eso en su tumba y lo tuviera que llevar para toda la eternidad, debía haber sido muy terrible en vida, así que comenzó a elaborar una historia entorno a un carácter como el de este hombre. Como esta, en Edimburgo se pueden encontrar muchas otras anécdotas no sólo en sus cementerios sino en cualquier rincón por el que se pasee, ya que ha fascinado a muchos personajes reconocidos a nivel internacional que han dejado su huella en la propia ciudad y ha quedado marcada biográficamente o en alguna de sus obras, como aquí veíamos en el ejemplo de Dickens.

4. El Cementerio de Dean (Dean Cemetery)

Les presentamos ahora un cementerio mucho menos conocido para los visitantes de la ciudad pero que no tiene desperdicio. Se trata de un camposanto inmenso, algo menos antiguo que los otros tres, construido a finales del siglo XIX y que se convirtió en uno de los que más en boga estaban en esta época. La Ciudad Nueva ya estaba construida desde hacía un siglo y medio más o menos y los personajes célebres de la ciudad ya no querían ser enterrados en los cementerios históricos (Greyfriars o Canongate), así que comenzaron a crearse mausoleos en este espacio situado en la “Villa de Dean”. Se trata de una pequeña aldea, que se encuentra a unos 15 minutos del centro de la ciudad pero que ofrece un ambiente completamente distinto, mucho más pastoril, inmerso en la naturaleza y alejado del bullicio urbano. Esta zona más alejada de los centros históricos de la Old Town y la New Town, pueden descubrilos con nuestro tour panóramico de Edimburgo.

Algunos de los monumentos funerarios que encontramos en él se convirtieron en grandes obras de la arquitectura de Edimburgo en época victoriana, y se utilizaba sobre todo por las clases media y alta. La mayoría albergan grandes figuras del mundo de la medicina, las ciencias, las letras y las artes pero está principalmente dedicado a los logros conseguidos durante la guerra y luego en la paz, tanto a nivel nacional como internacional., es decir, memoriales bélicos.

Se trata de un cementerio privado pero que tiene varias horas al día en que permiten la entrada al público y verdaderamente merece la pena caminar por sus preciosos paseos rodeados por un marco vegetal que cambia según la época del año. La forma en la que lo vemos hoy es exactamente como su artífice, David Cousin, lo tenía planeado, un diseño completamente pensado desde la naturaleza hasta los monumentos funerarios (aunque estos han ido aumentando poco a poco).

Greyfriars Kirk

Fuente: Visit Scotland / Autor: Kenny Lam

5. El Cementerio de St. Cuthbert’s Church (“The Graveyard of St Cuthbert”)

Nos referimos ahora a otro de los cementerios que se encuentran en el mismo corazón de la ciudad, en un enclave precioso que se deja ver bajo las sombras del Castillo de Edimburgo, situado al principio de la calle que separa la Ciudad Vieja de la Nueva, Princes Street, y que ofrece un paseo muy plácido a pesar de su ubicación céntrica.

Hablamos, al igual que el anterior, de un cementerio algo más nuevo, pero histórico igualmente porque nos estamos refiriendo al siglo XVIII, aunque se dio noticia de su uso como lugar de enterramiento ya desde 1606 con el enterramiento de Robert Pont, Segundo Ministro de esta iglesia tras la Reforma.

Cuenta con cientos de monumentos que guardan los cuerpos de personajes ilustres y muy conocidos internacionalmente, seguro que, aunque algunos no recordemos para qué servían, a todos nos sonarán los “logaritmos neperianos”, formulados por un hombre nacido en Edimburgo y que era el señor D. John Napier, nombre que hoy lleva una de las universidades más prestigiosas de Edimburgo, “Napier University”. Podremos encontrar también al tío de Charles Darwin o al diseñador del monumento más grande jamás erigido a un literato, el “Scott Monument” (“Monumento a Sir Walter Scott”), proyectado por George Kemp. También sorprenderá encontrarse una tumba de un literato inglés nacido cerca de Manchester, Thomas de Quincey, autor de “Confesiones de un inglés comedor de opio” (“Confessions of an English Opium eater”), uno de los ensayos del Romanticismo inglés más leídos. Aterrizó en Edimburgo hacia 1829 y aquí es donde finalmente yace su cuerpo.

Otro de los monumentos más llamativos que se encuentran en este cementerio conmemora a uno de los Ministros de la Iglesia presbiteriana de San Cuthbert, David Dickson, que ejerció este cargo durante el primer cuarto del siglo XIX y fue el encargado de dirigir el oficio celebrado en honor a la muerte de Sir Walter Scott.

 La iglesia a la que está asociada al cementerio pertenece a la rama presbiteriana, “la iglesia de Escocia”, y tiene una colindante, “la Iglesia de San John” que rinde fe al episcopalismo.

A parte de sus monumentos funerarios la ubicación de este cementerio le ha hecho partícipe de algunos de los acontecimientos más importantes de la historia de Edimburgo. Podríamos contar cómo gracias al drenaje del Lago Norte (“Nor’ Loch”) a mediados del siglo XVIII, que ocupaba todo lo que hoy son los Jardines de Princes y la Estación de tren de Waverley, este lugar de enterramiento se pudo extender. También fue protagonista de los cientos de robos de cuerpos que se comenzaron a practicar desde finales del XVIII y que hizo que tuvieran que contratar vigilantes nocturnos para evitar estos abusos, hasta que lograron cesarlos al legalizar la donación de cuerpos destinados a la ciencia médica hacia 1830.

6. El Cementerio de Warriston (“Warriston Cemetery”)

La última parada de este tour insólito la vamos a dedicar a un paseo por un cementerio mucho menos conocido en la ciudad. Se encuentra en  un pequeño barrio periférico al norte de Edimburgo llamado Warriston y ocupa una inmensa cantidad de tierra algo inclinada ¡de unas casi 6 hectáreas! Hoy día contiene miles de tumbas que se han ido sumando a lo largo de los siglos desde su construcción en 1842, diseñado por el mismo que se encargó del Cementerio de Dean, David Cousin y que da reposo eterno a muchos personajes reconocidos de la nobleza victoriana y eduardiana, siendo el más célebre de todos Sir James Young Simpson, inventor de la anestesia.

Los cenotafios, mausoleos y estelas funerarias se van mezclando armónicamente con la naturaleza que les rodea y cuenta con bellos ejemplos de olmos con hojas moradas además de otra especie conocida como el “Guernsey Olmo” que todavía sobrevive tras una terrible pandemia que hizo que la mayoría desaparecieran.

Antiguamente era un cementerio privado pero hoy día está abierto al público y se puede disfrutar gracias a que el Ayuntamiento decidió hacerse cargo de él desde 1994. Aunque muchas zonas del mismo están hoy en decadencia ya que algunas de las estelas han quedado enterradas bajo la tierra y aparecen como simples salientes pétreos que no se distinguen como tumbas.

El monumento más notable que se encontraba aquí era una acogedora capilla que fue construida en 1865 dedicada al General de la Artillería de Bombarderos, Robertson. Lo mandó hacer su hija y se muestra como un espléndido santuario en mármol blanco donde, al interior, se puede observar una escultura de una mujer reclinada y cobijada por una cubierta en color rojo que le ha otorgado el nombre de “the Tomb of the Red Lady” (“La Tumba de la Mujer de Rojo”). Hoy en día ya no se puede ver porque fue víctima del vandalismo y tuvieron que derribarla.

Esperamos que esta breve lista de cementerios de obligada visita les haya servido para hacerse una idea del concepto tan distinto que tienen estos camposantos en la rama protestante de la religión Cristiana y, especialmente, en Escocia. Aquí no sorprenderá acceder a un cementerio  y encontrarnos gente disfrutando de un picnic, un buen libro o simplemente descansando de la jornada laboral porque ellos los conciben casi como parques y desde luego nunca como un lugar que haya que temer. Se podrían citar muchos otros “cemeteries” o “graveyards” pero creemos que esta lista de verdad les hará una idea más que detallada de cómo entendían y rendían culto antiguamente a sus difuntos en Edimburgo y cómo los vecinos de hoy conviven con estos lugares sagrados e históricos.

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Hola Maricarmen, ´¿sabrás el nombre de la iglesia donde se casó Mike McCartney? está dentro de un cementerio, es el hermano de Paul y la boda fue en 1968 por la red andan algunas fotos.

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